Antonio Salas, el misterioso periodista que ha publicado inquietantes (y muy peligrosas) investigaciones sobre la trata de blancas, los skins o el terrorismo islámico, ha escrito un nuevo libro titulado «Los hombres que susurraban a las máquinas» sobre el mundo de los «hackers».
Lo que se deduce del libro es que todo lo que pasa por internet es rastreable y «hackeable», y que debemos ser mucho más cuidadosos en el uso de internet y las redes sociales, para que no acaben robando nuestra vida, tanto «virtual» como «real», como ocurre con algunos casos bien documentados por Antonio Salas en su libro.
Por su interés extraigo del libro de Antonio Salas los siguientes fragmentos.
10 Mandamientos para una navegación segura en internet
Dice Antonio Salas que de X1Red+Segura se llevó el decálogo básico para una navegación segura e inmediatamente se lo hice leer a su madre y a todos sus amigos. Lo redactó Angelucho hace tiempo, pero sigue estando del todo vigente.
- Utiliza un antivirus de confianza, no de los que se descargan de cualquier página web (los hay incluso gratuitos y muy efectivos), y sobre todo ten en cuenta la importancia de tenerlo actualizado, los virus van apareciendo y los antivirus necesitan estas actualizaciones para desempeñar su función.
- Mantén actualizados los sistemas operativos de tus ordenadores así como los programas más sensibles de infección o propicios para facilitar la entrada a tus equipos por nuevas vulnerabilidades detectadas y que no han sido actualizadas.
- No bajes la guardia y pienses que al tener instalado un antivirus o actualizado el sistema operativo estás exento de ser víctima de cualquier ataque. Los virus realmente son peligrosos en su «nacimiento» cuando todavía no han sido detectadas las «puertas falsas» por donde entran en nuestros equipos (vulnerabilidades aún desconocidas), ni el malware catalogado por las compañías de seguridad informática. A esto se le denomina ataque del día cero (0Day).
- Si tus conocimientos no son demasiado apropiados para poder apreciar un ataque por algún tipo de malware, deberías utilizar una cuenta de usuario con permisos restringidos, evitando usar la cuenta de administrador que utilizamos por defecto en nuestros ordenadores; de esa manera evitarás que estos virus modifiquen o manipulen tu ordenador.
- Elige contraseñas seguras y distintas para cada uno de los servicios de internet que utilices.
- Usa el sentido común y no hagas clic en cualquier «cosa» que veas en la red.
- Desconfía de los enlaces o descargas que aparecen en páginas web de poca confianza o correos electrónicos enviados por desconocidos.
- Nunca abras mensajes de usuarios desconocidos o que no se hayan solicitado, elimínalos directamente y no contestes en ningún caso a estos mensajes.
- No hagas operaciones bancarias desde ordenadores que no sean de tu confianza, como los de los cibercafés, o utilizando conexiones wifis que no controles. Lo ideal sería utilizar un ordenador específico para «operaciones sensibles» en la red y no mezclar la navegación de ocio.
- Sé muy cauteloso con la información que decides compartir en la red, y con quién la compartes, porque internet es como Las Vegas: lo que se sube a internet queda en internet. Por supuesto, solo se debe aceptar como amigo a gente conocida, tanto en los clientes de mensajería instantánea como en redes sociales.
En un momento histórico en que toda nuestra vida circula por la red, en que los niños crecen utilizando videojuegos, teléfonos móviles y tablets, en que nuestros padres y abuelos se ven forzados a descubrir el WhatsApp, el correo electrónico y Facebook, nos hemos convertido en la generación más informada de la historia… pero también en la más vulnerable.
Este decálogo de una navegación segura, redactado por Angelucho, el guardia civil del GDT de la UCO, no es un chaleco antibalas que te garantice sobrevivir a un proyectil de teflón, pero te protegerá del 9 mm, que es el más habitual.
Decálogo del pequeño delincuente
Emilio Calatayud Pérez es el titular del Juzgado de Menores número 1 de Granada, y le guste o no, se ha convertido en un juez mediático. No por el éxito de sus libros, como «Legislación básica sobre menores infractores» o «Reflexiones de un juez de menores», ni por la actividad del blog que realiza con el periodista Carlos Morán.
Lo que realmente ha catapultado al juez Calatayud a los titulares de los informativos son sus creativas y originales sentencias, en las que trata de conmutar la cárcel por servicios a la comunidad, como ilustran los siguientes ejemplos:
- Impartir 1.000 horas de clases de informática a estudiantes a un joven que había crackeado varias empresas granadinas provocando daños por valor de 2.000 €.
- 100 horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin licencia.
- 50 horas dibujando un cómic de 15 páginas, en el que cuenta la causa por la que le condenaban.
- Visitas a la planta de Traumatología de Granada por conducir un ciclomotor sin seguro de circulación.
- Para un joven que circulaba borracho, visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias para elaborar más tarde una redacción.
- Trabajar con los bomberos por haber quemado papeleras.
- Trabajar en un centro de rehabilitación por haber acosado a una anciana.
- 200 horas en una tienda de juguetes por haber robado ropa.
Sus conferencias son divertidas, desternillantes y profundas. Porque su discurso se basa en un hondo conocimiento teórico de su área profesional, y una dilatada experiencia. En sus conferencias, Calatayud, sin esbozar en ningún momento la más mínima sonrisa, puede hacer que toda la audiencia se desternille, antes de arrojar un jarro de agua fría cortando todas las carcajadas con el filo de la dura realidad a la que se enfrenta cada día en su juzgado.
—Yo también soy padre, y no puedo decirle a otro padre lo que tiene que hacer para educar a su hijo —decía el juez en una de esas estupendas conferencias—. Pero utilizo este pequeño decálogo para explicarle a los padres lo que sí tienen que hacer si quieren crear a un pequeño delincuente:
- Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
- No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
- Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
- No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
- Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
- Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
- Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
- Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
- Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
- Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
Con un particular sentido de la ironía, Calatayud afirma que desde su puesto como juez de menores ha percibido tres cosas buenas de la crisis económica: que los niños han vuelto a la escuela —porque ya no tienen ladrillo en el que trabajar—; que los padres están más en casa —porque hay mucho paro—; y que ya no hay víctimas, porque no queda nada que robar. Esos tres factores, dice Emilio Calatayud con una ironía no exenta de realismo, han ayudado a que baje la delincuencia. Sin embargo, hay dos delitos que están subiendo como la espuma, y son los que empiezan a abundar en su juzgado: el maltrato de los hijos a los padres, y los móviles, «el internet», como él dice.
—Ahora los padres le regalan a sus niños los móviles de última generación. Y yo creo que igual que se hacen móviles para gente mayor, con algunas funciones limitadas, deberían fabricarse móviles para los chavales. Y esto es una droga… —dijo el juez al tiempo que levantaba su teléfono móvil con la mano, y repitió—: Esto es una droga. Yo juzgo casos de menores que cometen delitos entre los catorce y los dieciocho años. Y a nosotros no nos llega ningún caso de menor drogadicto, nos llegan maltratadores. En los últimos quince días nos han llegado cinco casos como este: niño que llevaba tres meses casi sin dormir, enganchado a un juego en red. La madre se dio cuenta y le quitó el móvil. Pues al niño le dio el mono. Le dio tal paliza que le rompió la nariz, y su madre era invidente… El otro día, una chavala de quince años, la madre le quita el móvil y le dio una paliza brutal a la madre y luego se intentó autolesionar… Esto es una droga.
El juez Emilio Calatayud, que no es un nativo digital y tampoco tiene demasiada vocación de inmigrante, se ha dado de bruces con esta nueva realidad social que afecta a su ámbito de trabajo. Y que nos enfrenta a otra dimensión de las nuevas tecnologías en el ámbito legal:
—Cuando decretamos el internamiento terapéutico de un menor tenemos que especificar si el internamiento es por salud mental o tóxicos. Y esto —insistió Calatayud volviendo a levantar su teléfono móvil— ya lo consideramos un tóxico.
»Y otra cosa: es un instrumento muy peligroso para cometer delitos. De hecho, este es el otro gran delito que está subiendo como la espuma. Yo creo que los centros escolares deberían prohibir su uso en el interior del centro. Amenazas, coacciones, chantaje, acoso, injurias, delitos contra la intimidad, delitos contra el honor, delitos sexuales… Y también es un instrumento de captación, donde el menor es la víctima. Pero yo de eso no me ocupo, yo me ocupo cuando el delito lo comete el menor… y está subiendo como la espuma.
—Todos nos planteamos cómo reaccionaríamos si somos los padres de la víctima… Todos nos hemos sentido un poco los padres de Mariluz, de Sandra Palo… pero sería bueno saber cómo reaccionaríamos si somos los padres del niño autor. Antes los padres estábamos todo el día preocupados por nuestros hijos, hasta que llegaban a casa. Ya está en casa, ya está a salvo… Ahora no. Ahora el peligro puede empezar cuando está en su cuarto pegado al ordenador. Porque ahí puede estar cometiendo un delito o siendo víctima de un delito. Y ojo, los padres son responsables de los delitos cometidos por sus hijos. Cuando yo condeno a un menor, también condeno a los padres. Y si el delito se comete en el recinto escolar, también a los responsables del centro.
Contrato padres-hijos para el uso responsable de las nuevas tecnologías
Desde hace un tiempo el juez Calatayud recomienda a los padres de los menores que procesa que se lean un documento. Es el contrato que una madre norteamericana hizo firmar a su hijo antes de comprarle un iPhone. Las cláusulas de ese contrato, según Emilio Calatayud, deberían tenerlas en cuenta todos los padres:
- Es mi teléfono. Yo lo compré. Yo lo pagué. Yo te lo presto. ¿A que soy genial?
- Yo siempre sabré la contraseña.
- Si suena, cógelo. Di «hola». Sé educado. Coge siempre, siempre, la llamada de mamá y papá.
- Entregarás el teléfono a mamá o a papá a las 7:30 de la mañana cada día de colegio y a las 21 horas durante el fin de semana. Estará apagado toda la noche y se volverá a encender a las 7:30 de la mañana. Si no llamarías al teléfono fijo de alguien, porque pueden responder sus padres, tampoco llames o envíes mensajes al móvil. Respeta a las otras familias como nos gusta que nos respeten a nosotros.
- No te llevarás el iPhone al colegio. Conversa y habla con la gente y con tus amigos en persona. Los días de media jornada, las excursiones y las actividades extraescolares requerirán consideraciones especiales.
- Si el iPhone se cae, se golpea o se estropea, tú eres el responsable. Por tanto, asumirás los costes de la sustitución o de la reparación. Para ello ahorra dinero de tu cumpleaños o realiza otros trabajos: corta el césped, haz de canguro… Si el iPhone se rompe, tendrás que estar preparado.
- No uses el iPhone para mentir, hacer tonterías o engañar a otro ser humano. No te involucres en conversaciones que sean dañinas para los demás. Sé un buen amigo.
- No envíes mensajes, correos electrónicos o digas nada a través del iPhone que no dirías en persona.
- No envíes mensajes, correos electrónicos o digas a alguien algo que no le dirías en voz alta y en presencia de sus padres. Autocensúrate.
- Nada de pornografía. Busca en la web información que compartirías abiertamente conmigo. Si tienes alguna duda sobre algo, pregunta a alguien. Preferiblemente, a tu padre o a mí.
- Apágalo o siléncialo cuando te encuentres en lugares públicos. Especialmente en restaurantes, en el cine o mientras hablas con otro ser humano. No eres una persona maleducada, no dejes que el iPhone cambie eso.
- No envíes ni recibas imágenes íntimas tuyas ni de otras personas. No te rías. Algún día estarás tentado de hacerlo, a pesar de tu gran inteligencia. Es arriesgado y puede arruinar tu vida de adolescente, joven y adulto. Es siempre una mala idea. El ciberespacio es más poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo de esa magnitud desaparezca, incluyendo una mala reputación.
- No hagas millones de fotos o vídeos. No hay necesidad de documentar todo. Vive tus experiencias. Quedarán almacenas en tu memoria para toda la eternidad.
- A veces conviene dejar el iPhone en casa. Siéntete seguro de esa decisión. No es un ser vivo ni una ninguna extensión de tu cuerpo. Aprende a vivir sin él. Tienes que vencer el miedo a perderte algo que está ocurriendo y a estar siempre conectado.
- Bájate música que sea nueva o clásica o diferente de la que millones de chicos como tú escuchan, que es siempre lo mismo. Tu generación tiene un acceso a la música mayor que cualquier otra de la historia. Aprovecha ese don. Expande tus horizontes.
- De vez en cuando puedes jugar a juegos de palabras, puzles y rompecabezas.
- Mantén los ojos abiertos. Observa el mundo que te rodea. Mira por la ventana. Escucha a los pájaros. Date un paseo. Habla con un desconocido. Pregúntate si es necesario buscar en Google.
- Meterás la pata. Te quitaré el teléfono. Nos sentaremos y hablaremos sobre ello. Volveremos a empezar. Tú y yo siempre estamos aprendiendo. Somos un equipo. Estamos juntos en esto.
La autora de este lúcido documento es Janell Burley Hofmann, una madre estadounidense con cinco hijos. Lidera un movimiento que pretende educar en el uso responsable de las nuevas tecnologías en la familia. El contratante era su hijo Gregory, de trece años. Probablemente, si los padres de muchos niños víctimas del ciberbullying, sexting, grooming, etcétera, hubiesen hecho firmar a sus hijos un contrato parecido, hoy seguirían vivos.
Y tú, ¿qué piensas sobre los peligros de compartir información en internet y en las redes sociales? ¿Cuántos mandamientos del decálogo de Angelucho cumples?
Antonio Salas
Antonio Salas es el pseudónimo de un periodista de investigación español, que debido a su profesión se ve obligado a mantener en secreto su identidad. Sus libros, a pesar de haber sido en ocasiones acusados de no poseer información verificable por los afectados por sus investigaciones (nazis, traficantes de seres humanos, organizaciones terroristas, etc), han servido como base documental en varios juicios, de los cuales el más sonado fue el de la organización neonazi Hammerskin España1 o el caso de Arturo Cubillas, acusado de ser el máximo responsable de ETA en Venezuela.
Fuente: «Los hombres que susurraban a las máquinas» de Antonio Salas.