Juan Antonio López Benedí en su libro «Regresiones» explica las técnicas de la regresión y de la hipnosis, con plena vigencia hoy en día.
Quizá por deformación profesional, me ha atraído sobre todo lo referente a las proyecciones en el tiempo («regresiones hacia el futuro») aplicadas al mundo empresarial. Veamos lo que dice el autor al respecto:
El término genérico de regresión está más aceptado porque nos resulta más creíble el viaje o la proyección en el tiempo hacia el pasado. Pero en realidad no es más fácil ni fidedigno proyectarnos de forma inducida hacia el pasado que hacia el futuro.
Por ello sería más correcta la expresión de «proyecciones en el tiempo». La proyección hacia el futuro es algo mucho más frecuente de lo que tiende a creerse, además de útil, eficaz y rentable, que la proyección al pasado.
Quien tiene mayores posibilidades de éxito en el mundo empresarial es quien mejor desarrolla sus habilidades de proyección en el tiempo, tal y como hacen los chamanes en otros ámbitos y épocas.
Practica con interés, serenidad y concentración, al menos durante una semana, un ejercicio de autoproyección (ver más adelante). Alcanza, aunque sólo sea una o dos veces, la sensación de «estar fuera». Cuando lo hayas hecho, la puerta quedará abierta para que puedas volar, sin necesidad de prestar tanta atención a los detalles de partida. Ten confianza entonces y practica.
Una vez que te hayas sentido libre, como si tuvieses alas para volar, profundiza en la sensación de tu corazón. Vuela hacia tu propio interior. Tan sólo hazlo, a través de la ternura, como si te sumergieras en tu propio universo interno.
Al principio, será como si todo desapareciera y sólo quedaran sensaciones luminosas y emocionalmente agradables; tan agradables que pudieran saltársete las lágrimas de gozo. Mantén la quietud, la serenidad, y continúa avanzando. Avanza en tu interior hasta que llegues a encontrarte con tus ojos, con tu mirada. Pero esta mirada será sutil, luminosa y grandiosa. ante ella tan sólo podrás sentir amor y bienestar. Si no fuera así, continúa tu camino hacia las sensaciones de ternura en el interior de tu pecho.
Una vez alcanzado el objetivo, la mirada grandiosa, sitúate tras ella con la idea de que estás mirando desde, por ejemplo, cinco mil millones de años de evolución de tu propia vida.
Desde ahí, contempla el mundo, tu vida, tus relaciones, la ciencia, los procesos de la inteligencia, los valores, el sentido de la vida, o cualquier otra cosa que desees conocer. Date tiempo para asimilar lo que veas. Ten paciencia y aprovecha tu oportunidad. Podrás enfocar el tema que desees. Tanto para la investigación en cualquier área del conocimiento como para resolver problemas técnicos de tipo industrial o financieros.
Cuando se reúne la suficiente experiencia en esta práctica, los resultados son sorprendentes.
Ejercicio de autoproyección
La autoproyección, la proyección psíquica, el «vuelo del alma» o el viaje astral consiste en trasladar la conciencia a un vehículo extracorporal, en una forma mental o material.
Una de las formas más sencillas de autoinducirse una proyección es la evocación emocional, que se relaciona con las regresiones proyectivas. Para practicarla conviene tener experiencia en la autoinducción regresiva y no necesitar de un apoyo externo, como una cinta grabada con la propia voz. La clave ahora es centrarse en las propias sensaciones, asociadas a la imaginación y la evocación emocional.
Permaneciendo absolutamente inmóviles, con el cuerpo relajado y en reposo, evitando cualquier presión o postura que pudiera dificultar la circulación de la sangre, nos iremos recreando en sentir cada parte del cuerpo, de los pies a la cabeza, mientras respiramos rítmicamente.
Por este medio tendremos que conseguir despertar la sensibilidad de las diferentes partes relacionadas con nuestra anatomía, en forma de un cosquilleo agradable.
Seguidamente nos centraremos en las sensaciones de aquellos tejidos, de la ropa, que están en contacto con la piel, siguiendo el mismo orden de la cabeza a los pies y manteniendo las respiraciones rítmicas.
Debemos recrearnos en estas sensaciones hasta diferenciar con claridad los diversos tipos de tejidos que componen las piezas de ropa que están en contacto con nuestra piel u otros objetos.
El siguiente paso será hacer lo mismo con los tejidos, objetos o el aire que está en contacto con nuestra ropa, poniendo en este ejercicio toda nuestra atención para diferenciar las sensaciones que ya no están en contacto con nuestra piel.
Ha de mantenerse la respiración rítmica, la inmovilidad absoluta y la sensación de bienestar y agrado, surgido de ese cosquilleo con que comenzamos a notar las diferentes partes de nuestro cuerpo. Después nos centraremos en sentir el suelo, las paredes y el techo de la habitación en que nos encontramos, también de forma ordenada.
Así seguiremos, por etapas, ampliando la distancia en la percepción de objetos, tejidos o elementos cada vez más lejanos. Luego podemos probar a notar que caminamos por ellos o volamos. También se puede experimentar la sensación de mirar desde otro ángulo de la habitación, hasta que nos veamos a nosotros mismos, e incluso podemos hacerlo a través de los ojos de otra persona o animal.
Por último, se pueden hacer evocaciones emocionales, con la mayor carga posible de afectividad positiva, de cariño, hacia lugares o personas como objetivos de la proyección, en esta época o en cualquiera otra del pasado.
La clave para «viajar» es hacerlo dirigiendo el impulso desde la sensibilidad de la zona del corazón, como centro de la voluntad, manteniendo la serenidad, la dulzura, la alegría y la inmovilidad del cuerpo.
Estos ejercicios pueden irse haciendo por etapas, en diferentes días, hasta lograr la serie completa y conseguir una conciencia sensorial plena extracorpórea.
La forma de regresar a la conciencia habitual suele ser por un fallo en la concentración emocional y la sensibilidad extracorporal, debido a un movimiento reactivo y súbito del cuerpo, una sensación inesperada en éste, el desconcierto, las dudas, el agotamiento, el temor o la ansiedad.
Cuando se tiene suficiente experiencia para mantener la concentración, la inmovilidad y la serenidad, a partir de una voluntad evocadora emocional, se tiende a regresar a través del sueño natural o por el deseo directo de despertar. Si el tiempo transcurrido es de una hora o más, el cuerpo estará entumecido y costará moverlo.
Se necesita paciencia; respirando y tratado de bombear sangre a través de movimientos musculares se irá recuperando la sensibilidad habitual en él. Una vez reanudados el movimiento y la sensibilidad, aún quedará una ligera sensación de mareo, hasta que se recupera el riego sanguíneo normal en el cerebro.
Se puede ver un video del autor en:
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Fuente: Juan Antonio López Benedí – «Regresiones»