César Vidal, escritor, periodista, abogado, doctor en Historia, Teología, Filosofía y Derecho, y personaje polémico e inclasificable, ha publicado sus memorias «No vine para quedarme. Memorias de un disidente».
A César Vidal unos le quieren y otros le odian, pero no deja indiferente a nadie. Su controvertida salida de esradio en 2013, la emisora que fundó junto con Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero, es el último capítulo de una vida profesional muy fructífera.
Recupero de su interesante autobiografía, las conclusiones más importantes del último capítulo «De cómo no vine para quedarme, y más tarde o más temprano, todos nos acabaremos yendo», aquellas enseñanzas que considera el autor de valor universal.
1. Esta vida es muy dura
Diga lo que diga la publicidad o prometan lo que prometan los políticos, la vida es muy dura. Aunque algunos afortunados nos veamos libres de pasar por grandes catástrofes como las guerras, las revoluciones o los terremotos, todos acabamos contemplando la enfermedad, la muerte y la infelicidad.
César Vidal cuenta cómo vivió el suicidio de uno de sus compañeros de infancia (una realidad que su familia persistió en ocultar tras décadas), cómo otro compañero perdió a un hijo pequeño tras una larga enfermedad, y a continuación fue abandonado por su mujer justo antes de estallar la crisis económica. También ha contemplado cómo seres queridos se deterioraban mentalmente hasta no reconocer a nadie. Ha pasado por un divorcio y por varias separaciones afectivas muy dolorosas, y ha sufrido varias veces el paso por el quirófano. Conoce lo que es recibir una llamada de madrugada para recibir la noticia de la hospitalización por atropello automovilístico de su única hija al otro lado del Atlántico. Además sufrió dos experiencias ante pelotones de fusilamiento en la Nicaragua sandinista.
Y por supuesto ha contemplado cómo personas que tanto le deben le pagaban con la ingratitud o la venganza, o para intentar causarle daño, represaliaban a inocentes cuya culpa era la cercanía con César Vidal.
2. El ser humano tiende al mal
César Vidal afirma que los presupuestos de Rosseau de la bondad natural del ser humano son falsos de arriba abajo. Según el autor, es verdad que no son pocas las muestras de afecto, de bondad o de desinterés que pueden hallarse a lo largo de la vida, pero no pocas veces se prefiere mentir y engañar a ser sincero y leal, someter a los semejantes a vivir en un plano de igualdad con ellos, destruir y atacar a construir y colaborar, envidiar y denigrar a admirar e imitar, ser ingrato a reconocer con gratitud el bien recibido, se prefieren las cadenas, del tipo que sean, al riesgo de vivir con libertad, condenar a conocer y comprender, crear barreras a construir puentes.
En palabras del autor: «No esperemos nada de los demás, ni siquiera de los que tendrían que manifestar continuamente su gratitud por todo lo que hemos hecho por ellos. Intentemos incluso comprender y compadecer las razones por las que se comportan de una manera vil y nuestra salud física, mental y espiritual se beneficiará de ello.»
3. No hemos venido para quedarnos
Cuesta trabajo asimilarlo y la prueba es la reticencia de la gente a aceptar la idea de la muerte y de su paso previo, el envejecimiento. Este mundo es tan sólo un lugar de paso y un día nos marcharemos dejando unos restos físicos y unos recuerdos que el paso del tiempo disipará con inaudita rapidez. Aceptemos esta realidad y nuestra perspectiva de la existencia cambiará a mejor.
4. Construyamos para el futuro
Precísamente por lo efímero de nuestras vida, vivámosla construyendo para el futuro. César Vidal espera no tener nada a su muerte, ya que espera que todo haya pasado a quienes vengan detrás de él. Afirma que no ha combatido nunca por un presente mejor sino por un mañana distinto en el que las generaciones siguientes puedan vivir en un mundo superior al que él encontró.
No entiende a los padres o a los políticos que piensan sólo en el presente y que no están dispuestos a ceder el testigo a sus hijos.
5. Existe una justicia universal y cósmica
Es verdad que los tiranos tardan en caer mucho más de lo que desearíamos, y que cuando lo hacen ya han dañado de forma irreparable muchas existencias, pero al final, el mal, la violencia y la injusticia acaban siendo derrotados. La Cancillería de Hitler convertida en un montón de ruinas o la caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética son algunas de las muestras de esa justicia cósmica que nos ha sido dado ver en las últimas décadas. La Historia las contiene por decenas.
6. Todos daremos cuenta a Dios de nuestros actos
César Vidal es cristiano evangélico y no abriga duda de que compareceremos ante Dios para dar cuenta de nuestra vida. A diferencia de los tribunales humanos o de los programas del corazón, la mera elocuencia o la simple astucia no servirán absolutamente de nada ante Aquel que lee los corazones.
Reflexionemos sobre ello y adaptemos nuestra vida en consecuencia.
7. Ejerzamos el perdón
Son muy pocas las conductas que separan al ser humanos de otros seres vivos, y una de las más importantes es el perdón. Este perdón no lo puede ejercer, por criterios de estabilidad y seguridad, el Estado con los delincuentes, y por regla general, tampoco el acreedor con los deudores.
Sin embargo, según el autor, nosotros como individuos sí podemos ejercitarlo en la convicción de que constituirá una terapia para no poco de los males psicológicos y físicos que nos aquejan. César Vidal afirma que ha perdonado a todos los que le han mentido, han sido ingratos, le han golpeado o intentado dañar, le han calumniado, agredido, robado física o intelectualmente, o le han causado mal. Cree que todo corazón que los que tienen un problema son ellos, y que como sucedió con José y sus hermanos que lo vendieron como esclavo hace milenios, no pocas veces intentando causarle un daño de consideración tan sólo han logrado colocarle en una senda que ha resultado en bendición para él.
8. Preparémonos para salir de este mundo
No nos espera el vacío sino otra realidad, y más vale que estemos dispuestos a entrar en ella.
César Vidal ha dejado constancia en este y en otros de sus libros como «Por qué soy cristiano» y «La libertad tiene un precio» de que se siente preparado para su muerte, cuando Dios lo decida. Sabe con certeza que cuando muera lo hará con tranquilidad, con sosiego e incluso con alegría, porque no serán sus méritos los juzgados sino los del Mesías, los cuales hace tiempo le fueron conferidos por la fe.
El autor despide su libro con un ¡que Dios les bendiga!
Fuente: «No vine para quedarme. Memorias de un disidente» de César Vidal.